domingo, 14 de octubre de 2018

HISTORIAS SIN LETRAS: "EVENING TIME", POR J.MITTOO

Bienvenidas/os una vez más a vuestra casa, a la casa de la música jamaicana. Sabéis que desde el arranque de este proyecto, siempre nos ha gustado recomendaros aquellos LP (un formato no del todo cuajado durante la época dorada) que han llamado nuestra atención y a los que hemos cogido cariño. Y si hay uno al que tenemos especial aprecio es el que os traemos hoy. Si buscas un álbum que sea epicentro y raíz de una larga lista de exitazos tanto rocksteady como early reggae, o incluso presentes en grooves y riddims de géneros que hoy en día siguen vigentes, ese es el "Evening time" de Sir Jackie Mittoo y los Soul Vendors de Studio One, guarida del intocable Coxsone Dodd.

Bien conocida es nuestra devoción por Mittoo en este blog pero es que, admiraciones a parte, este trabajo debería ser punto de referencia en cualquier persona que se adentre en estos ritmos y ambientes. Por su calidad musical, por su atemporalidad, por su personalidad... un larga duración que no deja títere con cabeza. Era 1968, el clímax donde el señor rocksteady dejó paso al jóven y fresco early reggae. Jackie Mitto era ya un nombre conocido en toda la isla. Tras su paso por los Skatalites, orquestó e ideó un estilo inconfundible en el laboratorio de Studio One, con apenas 20 años. Estaba llamado a ser el heredero al trono musical de la isla, frecuentado por otros grandes como Lynn Taitt o Ernest Ranglin.

Tan solo un año y pocos meses habían transcurrido desde su debut, un side B para Coxsone Records bajo el título "Ram-Jam"... para la historia. Acompañado de los Soul Vendors, con los cuales también participaría en el disco que os traemos hoy. Evening Time muestra la consagración del teclista del momento, el cual también ejercería como arreglista de todos y cada uno de los tracks que incluye. Mitto, recordemos, venía de grabar su primer larga duración, 'Jackie Mittoo in London', y de ser aclamado por el público tanto británico como jamaicano. Era el chico de oro, la gran estrella del momento, como podemos intuir en la propia portada del álbum: un jovial Jackie mirando a cámara mientras tres jóvenes de edad cercana a la suya disfrutan de sus golpes a un teclado stand-up de aspecto moderno, todo ello sobre un idílico decorado donde la arena y las palmeras no podían faltar. Portada que al verla nos genera dos preguntas inmediatas: ¿no pasó calor en traje largo, estando el y sus acérrimas seguidoras en un ambiente tan aparentemente caluroso? Y la más importante, ¿dónde puñetas enchufaba ese teclado?


Pero, ¿por qué os doy tanto la brasa con un LP que además es instrumental al completo?

Porque Jackie Mittoo sabe como hacer cantar a un instrumento, sabe como otorgarle un nuevo registro en cada canción, unas veces más hammond, unas veces más claro, más teclas, otras más ventoso y alargado... si accionamos el Play desde el primer tema, el cual lleva por nombre "Evening Time", al igual que el álbum, os daréis cuenta de lo que os hablo. No se hecha de menos una prominente voz, todo el tecleo de Mittoo es una historia contada pero no hablada, una evocación a tiempos mejores.

Acto seguido nos topamos con un "One Step Beyond" revisitado, el cual además será objeto de múltiples 'samples': desde el "Bobby Bobylon" de Freddie McGregor (1979) para Studio One, pasando por el "Tribute to the King" del contemporáneo Alborosie (2010) o el propio Yellowman en dos ocasiones, "Cocky did a Hurt me" (1982) y "Walking Jewellery Store" (1985). Llegamos entonces al "Napoleon Solo", toda una lección de como crear un espacio y un tiempo a partir de una instrumental, de una combinación de varios artefactos generadores de sonidos y melodías. Tema, por cierto, que sería versionado por Lynn Taitt y sus Jets, la otra cara del saber hacer instrumental en Jamaica.


Nos encontramos en este momento con uno de nuestros cortes favoritos, el "Best By Request". Cuando os comentábamos antes la capacidad de Mittoo por hacer cantar a los instrumentos, a esto nos referíamos: sobre una magnífica, incisiva y cadente línea de bajo, Jackie nos cuenta mil y una historia con su órgano, como si de algo onírico se tratase. Unas teclas que pueden evocarte los peores recuerdos pero también los días más dorados de tu existencia. Tema, por cierto, que versiona el "Why did you leave me" de los Heptones. Del mismo modo, el siguiente título: "Love is Blue" tiene alma blues, vientos soul al más puro estilo Stax, cierta dosis doo-woop y un innegable ambiente western, el cual nos permite perdernos entre dunas sonoras y nostálgicos espejismos.

LP editado en UK, en mono.

La cara A de este LP la ciera la sensacional "Hip-Hug", una estupenda versión al "Hip Hug-Her" de Booker T. & the MG's, y "Hot Milk" pero, ¿qué se supone que es esto? ¿funk jamaicano, soul caribeño, acid-jazz centroamericano...?  Preferimos ahorrarnos la opinión y dejar que cada cual que esté leyendo estas líneas, saque sus propias etiquetas.


Dicen que segundas partes nunca fueron buenas, pero la cara B de este álbum desecha de todo valor a esta afirmación. Un himno escéptico el "Autumn Sounds" con el que arranca... ¿es este tema una composición original de Jackie Mittoo? Sólo escúchenla. Unas melodías de sensibilidad incontable, más propias de géneros como el Jazz, el Pop o el R&B que de la música jamaicana del momento, inusual en todos sus vértices. Pese a todo, esta fue su primera aparición en el mercado, bajo la autoría de Mittoo y el cantante Jackie Estick (también extraño que un cantante compusiese una instrumental). Corte que sería nuevamente plasmado en 1977 para el productor Bunny "Striker" Lee. Y por si este track y su correspondiente misterioso nos deja K.O., llega el "Full Charge", una oda al vitalismo. De seguido, en tercer lugar, los dedos ágiles de Mittoo se deslizan de nuevo en "Hot Shot" para confirmarnos el enorme potencial instrumental de la época, muchas veces sepultado por los temas vocales.


Acabado este último, una melodía conocida por todo el mundo arranca el "Rock Steady Wedding", la proposición indecente de Mittoo a jurar amor eterno por estos ritmos. El quinto tema (duodécimo del trabajo), conocido por "Drum Song", es uno de los mayores trofeos en las vitrinas de este señor. Una historia sin palabras, un ambiente sin imágenes... uno de los motivos por los que YouTube ofrece el botón "Repetir". Hubo versiones posteriores del propio Mittoo para varios productores y sellos pero, personalmente, nos quedamos con esta. Otros a los que pareció gustarles la sintonía fueron a los Hippy Boy's, sampleándola en su tema "Capo" (1969). Llegamos al penúltimo corte: "Loving Blue", siendo en esta ocasión Mittoo el que nos ofrece una cover, concretamente la del exitoso "No, no, no" de la talentosa Dawn Penn, la cual extrajo del "You Don't Love me" de Willie Cobbs. ¿Y cómo cerramos esta masterpiece? Pues como no podía ser de otra forma, con otra estupenda versión: "Dancig Groove" hace honor al "Dancing Mood" de The Tams (1964), una oda final al baile, a la marcha, a la felicidad de completar un trabajo para quitarse el sombrero.

Bájatelo, echale una oída y ¡comenta tus impresiones!
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miércoles, 3 de octubre de 2018

IL WESTERN, IL REGGAE, IL NEXO

¡Saludos lectoras/es! Sean bienvenidxs una entrega más a Moonstomper Fever, un espacio en el que acostumbramos a indagar y analizar cada uno de los valiosos cachitos que conforman el imaginario de la música jamaicana. Hoy os traemos uno de los más curiosos hitos en este recorrido: cómo un género tan marcadamente estadounidense como el Western fue acta de referencia en muchas de las producciones antillanas en el devenir de su cultura popular.

Seguro que mucha de la gente que nos leéis, tenéis por afición el costoso vicio de coleccionar vinilos y, dentro de este grupo, unxs cuantxs igual os habéis hecho ya con las referencias del sello El Paso Records. Cuatro volúmenes en los que la Trilogía del Dólar de Sergio Leone, los ritmos 'al trote' o el sonido de balas que cortan el aire, aglomeran ese espectro de un cine que tanto éxito tuvo a lo largo del siglo pasado. 

Pero, ¿por qué esta extraña conexión? Será nuestra meta por alcanzar. Antes de hacer vuestro próximo pedido, si os molan estas referencias al cine de sucios y desafiantes forasteros, ¡estad al loro!


No fueron pocos los balazos (como Django y su minigun)

Si pensamos en cómo demostrar esta aproximación, seguramente lo primero que se nos venga a la cabeza sean los archiconocidos temas de Lee Perry y sus Upsetters (más de diez referencias las que hemos podido encontrar) o la notable ristra de instrumentales que dejaron los Crystalites. Pero muchos otros fueron los artistas que se aventuraron a rendir tributo a este empolvado género. Es el caso del productor (y artista) Joe Gibbs que, acompañado de sus Destroyers, lanzaría el suculento "Nevada Joe". Otros como Lloyd Charmers (también gran productor) fusionaron enfoques dando como resultado el "Dollars and Bond", con un tema-collage en el que el Spaghetti Western y el peliculero James Bond comparten escena. 


King Stitt, "The Ugly One"
Más curioso fue el caso de King Stitt, personalidad de gran carisma en la época que, además de su creación a la que bautizó como "Lee Van Cleef", se autoproclamó 'The Ugly One'. ¿Que por qué? Sólo tecleen su nombre en Google Imágenes... Y si hablamos de hombres con don de la palabra, no podemos pasar por alto al gran Count Machuki, aquel proto-MC que hizo del micro su mayor aliado. El bueno de Count, según nos han contado, también era un asiduo de sentarse a ver los westerns de Telemadrid tarde sí y tarde también y, un día, uno de sus personajes le inspiró para escribir su "Franco Nero". Casi nada. Aunque en materia de evocación, el hammond que tanto marcó al early reggae tuvo protagonismo en estas gemas. Temarracos como el "Hang'Em High" de Richard Ace han hecho cruzarse algún que otro matojo rodante de lado a lado de la pista, haciendo creer al público más psicotrópico presente que es buen momento de dejarlo. 

Machacantes instrumentales con solos de teclado como piedra angular, intros habladas imitando incluso el acento mexicano o el inglés más sureño, apropiaciones, efectos sonoros, ambientación... músicos, productores y vocalistas que hacían todo cuanto estaba en su mano para transportar a sus oyentes a una realidad tan lejana como dispar pero... ¿por qué? Precisábamos de un especialista en la materia, así que decidimos acudir al único rancho que teníamos en mente: Sweet & Dandy (en el viejo Madrid), lugar de residencia del más buscado, el impasible Antón Rei, el cual no tuvo problema en desempolvar su rifle y unirse a nuestra caravana. 


Por un puñado de ganja: western y reggae en Jamaica

No es fácil imaginar a cowboys forajidos en una isla como Jamaica. Con el clamor constante de la naturaleza sería difícil oír el ruido de unas espuelas, de un relincho cortando el aire o del tambor de un revólver que gira. Los sheriff de Spainsh Town u Ocho Ríos no aplican la ley con severidad y los cuatreros hablan patoise mientras fuman hierba e invocan creencias difusas. En Kingston no viven centauros y nunca ha habido ningún desierto.

The Upsetters, con el tambor cargado
Y sin embargo, los niños y adolescentes de la Jamaica de los 60 se apiñan en las butacas de cines destartalados para ver westerns. En ellos ven reflejado su canon de masculinidad gracias a tipos duros y lapidarios que sobreviven en medio de entornos hostiles. Puede que ese Lejano Oeste de los Estados Unidos haga realmente honor a su nombre cuando se observa desde Jamaica, pero los pistoleros de ambos lugares parece que hablan el mismo idioma. Es el lenguaje de la violencia. Los héroes de las películas son implacables y moralistas, admiten pocos matices y no albergan sitio para las dudas. Es la receta para esos yermos donde escasea la suerte y la vida no vale nada. Exactamente igual que en Jamaica.

Cuando se encienden las luces del cine, los chicos de barrios como Trench Town no ven coyotes en horizontes ocres, pero los badmen locales sí que recuerdan a Billy el Niño, o a Jesse James y su banda. Ocupan las calles pavoneándose y terminan su recorrido en un baile. ¿Y qué es un sound system sino un saloon? Desde que Colin Channer estableció la metáfora, no existe otra más acertada. Las motos son los caballos, los héroes y antihéroes resulta que son los mismos. No hay tanta distancia entre vaqueros y rudeboys. 

En cuanto a la banda sonora, no todo era ska en los dancehalls. Antes de que Jamaica acuñase su propio estilo, sus altavoces reproducían sonidos foráneos, igual que ocurría con las películas. Los jamaicanos vibraban al son de la América negra con la que compartían raíces, bailando R&B y haciendo versiones propias, pero sería ilógico limitarse a la afinidad racial; poner barreras resulta absurdo en los dos sentidos. Los mismos jóvenes negros que idolatraban a los vaqueros blancos del cine también consumían su música, y esto resulta válido tanto en Jamaica como en Estados Unidos. ¿Acaso podía ser de otra forma? 


Figuras del country como Kenny Rogers, Skeeter Davis o Patsy Cline eran reverenciadas en Nashville, en Mississippi y en Kingston, hasta el punto de que Bob Marley lanzó como single una versión de Claude Grey ("One Cup of Coffe"), un tipo de Texas que en sus canciones nombraba a la Biblia. Así, cuando a finales de los 60 apareció el reggae, western y country tuvieron un rol importante, ya sea mediante covers como el de Marley, o apareciendo en el nombre de artistas y temas con referencias al cine.

El singjay Clint Eastwood
Es el caso de dj’s como Clint Eastwood (sic) y Josey Wales, cuyos nombres rinden tributo al actor fetiche del género y a uno de sus personajes más célebres. Lo mismo ocurre con temas de artistas como Derek Harriot, The Crystalites, Clancy Eccles y, sobre todo, los Upsetters del gran Lee Perry, en cuyos títulos se menciona a iconos del western como la serie Bonanza, el forajido Django de Sergio Corbucci, y a actores como Lee Van Cleef o el propio Clint Eastwood, así como sus películas. Por último, resulta significativo que el personaje de Jimmy Cliff en The harder they come (1972) se inmortalice como un pistolero del Lejano Oeste en la sesión de fotos que sale en una escena del film.

Este nexo entre Jamaica y el western, entre el Caribe negro y la América blanca y rural puede sonar extraño, sobre todo teniendo en cuenta el sesgo racista que con frecuencia caracteriza al Sur, pero hay dos factores que ayudan a contextualizarlo. El primero es la hegemonía de Estados Unidos desde principios del siglo XX, que ha convertido a su cultura en la dominante a nivel mundial. En un país anglosajón y cercano como Jamaica, este dominio es más evidente si cabe. La radio, el cine y la música actuaron como herramientas clave. 


En cuanto al segundo aspecto, tanto los jamaicanos como la América country son comunidades rurales y empobrecidas, subordinadas social y económicamente, por lo que en el fondo, sus vivencias serán similares. La música vertebra su identidad y conforma un registro oral que expresa sus preocupaciones y mitos, con frecuencia excluidos de la cultura hegemónica. Este carácter oral conecta muy bien con los cauces de transmisión cultural de la Jamaica de los 60, cuando lo autóctono y popular estaba mal visto y debía ser silenciado, exactamente igual que en la América blanca y profunda del Sur. Así, no resulta extraño que en un contexto de dominio cultural de lo norteamericano, los jamaicanos se vean reflejados en los héroes del cine y las letras de esos granjeros blancos que hablan de desamor y desdicha. Después de todo, tan solo los diferencia el color de piel.